
Dirigir en entornos competitivos
A lo largo del tiempo hemos sido testigos como, en muchas ocasiones los empresarios se escudan en su tamaño y la fuerza de sus competidores para justificar la mala marcha de sus empresas.
Lo cierto es que no dejan de ser excusas, cortinas de humo con las que tratan de ocultarnos y ocultarse a sí mismos la verdadera raíz del problema que, generalmente, no es otra que un total desconocimiento de su competencia.
De hecho, es muy común que tengan una imagen muy general de su competencia, e, incluso, que con demasiada frecuencia se maximicen sus logros y subestimen sus errores.
Para lograr el éxito en un entorno competitivo existen dos conceptos que deben estar presente en la mente de todo empresario: conocimiento y creatividad.
En primer lugar, es necesario conocer a fondo a la competencia, y eso significa conocer sus productos, y lo que es más importante, cómo el mercado los percibe y cataloga, estableciendo sus ventajas e inconvenientes fundamentales, para lo cual es necesario realizar periódicamente estudios de mercado, ya sea con personal interno de la empresa, ya mediante la contratación de profesionales capaces de llevarlos a cabo.
Una vez obtenida esta información debemos preguntarnos qué podemos hacer para contrarrestar las ventajas percibidas en los productos de nuestros competidores y, lo que es más importante, que beneficio podemos obtener con ello.
Y es aquí donde entra en juego nuestro segundo concepto clave, la creatividad, ya que normalmente sólo se puede anular la ventaja percibida de un competidor cambiando las reglas fundamentales del juego y no enfrentándonos directamente a él en su terreno y con sus reglas.
De hecho, la competencia directa está claramente limitada por la disponibilidad de recursos de cada empresa, lo que hace que sea una estrategia condenada al fracaso, sobre todo cuando nos enfrentamos a competidores más fuertes y con más recursos que nosotros.
Por tanto, es necesario que enfoquemos nuestros esfuerzos en cambiar las reglas del juego, en crear un nuevo terreno de batalla que nos favorezca a la par que elimina las ventajas relativas de nuestro competidor.
Pero claro, esto es más fácil decirlo que hacerlo, y para lograrlo es necesario contar con una estructura de planificación estratégica bien desarrollada que se encargue de incentivar y canalizar la creatividad presente en la empresa haciendo realidad sus visiones.
Hoy día a los directivos se nos pide que seamos constructores, debemos no sólo cultivar nuestra creatividad, sino también sentir una apasionada confianza en nuestras propias ideas y tener una convicción absoluta que nos permita llegar hasta el final.
En definitiva, se trata de decidir si queremos desarrollar un producto propio, con carácter, fácilmente reconocible en nuestro entorno, o, por el contrario, si queremos ser simples imitadores condenados a vivir a la sombra de otros.